lunes, 7 de junio de 2010

Del Dr. René Favaloro/ julio 29-2000 - 14,30 horas

Si se lee mi carta de renuncia a la Cleveland Clinic, está claro que mi regreso a la Argentina (después de haber alcanzado un lugar destacado en la cirugía cardiovascular) se debió a mi eterno compromiso con mi patria. Nunca perdí mis raíces.. Volví para trabajar en docencia, investigación y asistencia médica. La primera etapa en el Sanatorio Güemes, demostró que inmediatamente organizamos la residencia en cardiología y cirugía cardiovascular, además de cursos de post grado a todos los niveles.

Le dimos importancia también a la investigación clínica en donde participaron la mayoría de los miembros de nuestro grupo. En lo asistencial exigimos de entrada un número de camas para los indigentes. Así, cientos de pacientes fueron operados sin cargo alguno. La mayoría de nuestros pacientes provenían de las obras sociales. El sanatorio tenía contrato con las más importantes de aquel entonces.
La relación con el sanatorio fue muy clara: los honorarios, provinieran de donde provinieran, eran de nosotros; la internación, del sanatorio (sin duda la mayor tajada).

Nosotros con los honorarios pagamos las residencias y las secretarias y nuestras entradas se distribuían entre los médicos proporcionalmente.

Nunca permití que se tocara un solo peso de los que no nos correspondía.

A pesar de que los directores aseguraban que no había
retornos, yo conocía que sí los había. De vez en cuando,
a pedido de su director, saludaba a los sindicalistas de turno,


que agradecían nuestro trabajo.

Este era nuestro único contacto.

A mediados de la década del 70, comenzamos a organizar la Fundación. Primero con la ayuda de la Sedra, creamos el departamento de investigación básica que tanta satisfacció


nos ha dado y luego la construcción del
Instituto de Cardiología y cirugía cardiovascular.

Cuando entró en funciones, redacté los 10 mandamientos que debían sostenerse a rajatabla, basados en el lineamiento ético que siempre me ha acompañado.


La calidad de nuestro trabajo, basado en la tecnología
incorporada más la tarea de los profesionales seleccionados
hizo que no nos faltara trabajo, pero debimos luchar
continuamente con la corrupción imperante en la medicina
(parte de la tremenda corrupción que ha contaminado a
nuestro país en todos los niveles sin límites de ninguna
naturaleza). Nos hemos negado sistemáticamente a quebrar
los lineamientos éticos, como consecuencia, jamás dimos un
solo peso de retorno. Así, obras sociales de envergadura no
mandaron ni mandan sus pacientes al Instituto.


¡Lo que tendría que narrar de las innumerables

entrevistas con los sindicalistas de turno!




Manga de corruptos que viven a costa de los obreros

y coimean fundamentalmente con el dinero

de las obras sociales que corresponde a la atención médica.


Lo mismo ocurre con el PAMI. Esto lo pueden certificar los
médicos de mi país que para sobrevivir deben aceptar participar


del sistema implementado a lo largo y ancho de todo el país.


Valga un solo ejemplo: el PAMI tiene una vieja deuda con nosotros
(creo desde el año 94 o 95) de 1.900.000 pesos;

la hubiéramos cobrado en 48 horas si hubiéramos aceptado


los retornos que se nos pedían (como es lógico no a mí directamente) .

Si hubiéramos aceptado las condiciones imperantes por la

corrupción del sistema (que se ha ido incrementando en
estos últimos años) deberíamos tener 100 camas más. No
daríamos abasto para atender toda la demanda.


El que quiera negar que todo esto es cierto que acepte que rija
en la Argentina, el principio fundamental de la libre elección del médico, que terminaría con los acomodados de turno.


Lo mismo ocurre con los pacientes privados (incluyendo los de
la medicina prepaga) el médico que envía a estos pacientes

por el famoso ana-ana , sabe, espera, recibir una jugosa
participación del cirujano.

Hace muchísimos años debo escuchar aquello de que Favaloro no
opera más! ¿De dónde proviene este infundio?. Muy simple:
el pacientes es estudiado. Conclusión, su cardiólogo le
dice que debe ser operado. El paciente acepta y expresa sus
deseos de que yo lo opere. 'Pero cómo, usted no sabe
que Favaloro no opera hace tiempo?'. 'Yo le voy a
recomendar un cirujano de real valor, no se preocupe'.
El cirujano 'de real valor' además de su capacidad
profesional retornará al cardiólogo mandante un 50% de los
honorarios!

Varios de esos pacientes han venido a mi consulta no obstante las
'indicaciones' de su cardiólogo. '¿Doctor, usted sigue operando?' y una vez más debo explicar que sí, que lo sigo haciendo con el mismo entusiasmo y responsabilidad de siempre.

Muchos de estos cardiólogos, son de prestigio

nacional e internacional.


Concurren a los Congresos del American College o de la American Heart y entonces sí, allí me brindan toda clase de felicitaciones y abrazos cada vez que debo exponer alguna 'lecture' de significación. Así ocurrió cuando la de Paul D. White lecture en Dallas, decenas de cardiólogos argentinos me abrazaron, algunos con lágrimas en los ojos.
Pero aquí, vuelven a insertarse en el 'sistema' y el dinero es lo que más les interesa.


La corrupción ha alcanzado niveles que nunca pensé presenciar. Instituciones de prestigio como el Instituto Cardiovascular Buenos Aires, con excelentes profesionales médicos, envían empleados bien entrenados que visitan a los médicos cardiólogos en sus consultorios. Allí les explican en detalles los mecanismos del retorno y los
porcentajes que recibirán no solamente por la cirugía, los
métodos de diagnóstico no invasivo (Holter eco, camara y
etc, etc.) los cateterismos, las angioplastias, etc. etc.,
están incluidos..
No es la única institución. Médicos de la Fundación me han
mostrado las hojas que les dejan con todo muy bien explicado. Llegado el caso, una vez el paciente operado, el mismo personal entrenado, visitará nuevamente al cardiólogo, explicará en detalle 'la operación económica' y entregará el sobre correspondiente! .

La situación actual de la Fundación es desesperante, millones
de pesos a cobrar de tarea realizada, incluyendo pacientes
de alto riesgo que no podemos rechazar. Es fácil decir
'no hay camas disponibles'.


Nuestro juramento médico lo impide.


Estos pacientes demandan un alto costo raramente reconocido por
las obras sociales. A ello se agregan deudas por todos lados,


las que corresponden a la construcción y equipamiento del ICYCC, los proveedores, la DGI, los bancos, los médicos con atrasos de varios meses.. Todos nuestros proyectos tambalean y cada vez más todo se
complica.

En Estados Unidos, las grandes instituciones médicas, pueden
realizar su tarea asistencial, la docencia y la investigación por las donaciones que reciben.


Las cinco facultades médicas más trascendentes reciben más de
100 millones de dólares cada una! Aquí, ni soñando.


Realicé gestiones en el BID que nos ayudó en la etapa inicial y
luego publicitó en varias de sus publicaciones a nuestro
instituto como uno de sus logros!. Envié cuatro cartas a
Enrique Iglesias, solicitando ayuda (¡tiran tanto dinero
por la borda en esta Latinoamérica! ) todavía estoy
esperando alguna respuesta. Maneja miles de millones de
dólares, pero para una institución que ha entrenado
centenares de médicos desparramados por nuestro país y
toda Latinoamérica, no hay respuesta.



¿Cómo se mide el valor social de nuestra tarea docente?
Es indudable que ser honesto, en esta sociedad corrupta tiene
su precio. A la corta o a la larga te lo hacen pagar.


La mayoría del tiempo me siento solo. En aquella carta de
renuncia a la C. Clinic , le decía al Dr. Effen que sabía
de antemano que iba a tener que luchar y le recordaba que
Don Quijote era español!

Sin duda la lucha ha sido muy desigual.

El proyecto de la Fundación tambalea y empieza a
resquebrajarse.


Hemos tenido varias reuniones, mis colaboradores más cercanos,
algunos de ellos compañeros de lucha desde nuestro
recordado Colegio Nacional de La Plata, me aconsejan que
para salvar a la Fundación debemos incorporarnos al
´sistema'.


Sí al retorno, sí al ana-ana.

'Pondremos gente a organizar todo'. Hay 'especialistas' que
saben como hacerlo. 'Debes dar un paso al costado.
Aclararemos que vos no sabes nada, que no estás
enterado'. 'Debes comprenderlo si querés salvar a
la Fundación'
¡Quién va a creer que yo no estoy enterado!

En este momento y a esta edad terminar con los principios
éticos que recibí de mis padres, mis maestros y profesores
me resulta extremadamente difícil. No puedo cambiar,
prefiero desaparecer.


Joaquín V. González, escribió la lección de optimismo que se nos
entregaba al recibirnos: 'a mí no me ha derrotado nadie'. Yo no puedo decir lo mismo. A mí me ha derrotado esta sociedad corrupta que todo lo controla. Estoy cansado de recibir homenajes y elogios al nivel internacional. Hace pocos días fui incluido en el grupo
selecto de las leyendas del milenio en cirugía cardiovascular.


El año pasado debí participar en varios países desde Suecia a la India escuchando siempre lo mismo.


'¡La leyenda, la leyenda!'


Quizá el pecado capital que he cometido, aquí en mi país, fue
expresar siempre en voz alta mis sentimientos, mis críticas, insisto, en esta sociedad del privilegio, donde unos pocos gozan hasta el hartazgo, mientras la mayoría vive en la miseria y la desesperación. Todo esto no se perdona, por el contrario se castiga.

Me consuela el haber atendido a mis pacientes sin distinción
de ninguna naturaleza. Mis colaboradores saben de mi
inclinación por los pobres, que viene de mis lejanos años
en Jacinto Arauz.

Estoy cansado de luchar y luchar, galopando contra el viento

como decía Don Ata.



No puedo cambiar.

No ha sido una decisión fácil pero sí meditada.

No se hable de debilidad o valentía.
El cirujano vive con la muerte, es su compañera inseparable,
hable de debilidad o valentía.

El cirujano vive con la muerte, es su compañera inseparable,
con ella me voy de la mano.

Sólo espero no se haga de este acto una comedia. Al periodismo le
pido que tenga un poco de piedad.

Estoy tranquilo. Alguna vez en un acto académico en USA se me
presentó como a un hombre bueno que sigue siendo un médico
rural. Perdónenme, pero creo, es cierto. Espero que me
recuerden así.

En estos días he mandado cartas desesperadas a entidades
nacionales, provinciales, empresarios, sin recibir
respuesta.

En la Fundación ha comenzado a actuar un comité de crisis con
asesoramiento externo. Ayer empezaron a producirse las
primeras cesantías. Algunos, pocos, han sido colaboradores
fieles y dedicados. El lunes no podría dar la cara.

A mi familia en particular a mis queridos sobrinos, a mis
colaboradores, a mis amigos, recuerden que llegué a los 77
años. No aflojen, tienen la obligación de seguir luchando
por lo menos hasta alcanzar la misma edad, que no es poco.

Una vez más reitero la obligación de cremarme inmediatamente
sin perder tiempo y tirar mis cenizas en los montes cercanos
a Jacinto Arauz, allá en La Pampa.

Queda terminantemente prohibido realizar ceremonias religiosas o
civiles.


Un abrazo a todos


René Favaloro

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